martes, 31 de marzo de 2009

Rosemary Clooney

Esta señora con aspecto de no haber roto un plato en su vida, la perfecta ama de casa americana, especialista en la tradicional tarta de manzana, rubia republicana, quizá, de Kentucky, amante esposa y seguramente parroquiana de cualquiera de esas extrañas sectas protestantes americanas, es un genio (no sé si esta palabra tiene dos géneros) del standard del swing.
También es la tía del famoso galán entrecano, últimamente saturado de cafeína.




lunes, 30 de marzo de 2009

Gottfried van Swieten

La Historia gusta de chispazos, momentos relevantes que modifican la siguiente realidad, así como de los hombres que protagonizan esos momentos estelares, como los llamó Stefan Zweig en su famoso libro. Sólo la curiosidad y el estudio hacen que aprendamos a ver el tiempo pasado como consecuencia y causa a la vez de una innumerable concatenación de acontecimientos. Como explica Zweig en el prólogo de su Momentos estelares de la humanidad hacen falta en una vida cientos de días anodinos para que uno sea significativo, y asimismo ocurre con la Historia: años, épocas poco trascendentes que generan la posibilidad del momento brillante, del que cambia el curso de las vidas.
Cuando aparece en la Historia un genio artístico, la luz que proyecta nos suele impactar de tal modo que nos ciega la visión de todo lo que no sea su persona, su obra, su misterio. Reconozco que hasta hace muy pocos días no sabía la existencia del protagonista de esta entrada, seguramente cegado por la brillante luz de los dos genios que me ocupan hoy: Mozart y Beethoven.
Gottfried van Swieten fue un aristócrata holandés, que trabajó al servicio del Imperio Austriaco. Fue educado por los jesuitas en Viena, ciudad a la que su padre se había trasladado para trabajar en la corte como médico de la emperatriz María Teresa. Se convirtió en diplomático y viajó por Europa: Bruselas, París, Varsovia y Berlín. Durante su estancia en Berlín como embajador Van Swieten adquirió una gran cantidad de manuscritos de la música de J.S. Bach y de Haendel. De vuelta en Viena fue nombrado Prefecto de la Biblioteca Imperial, cargo que desempeñó hasta el final de sus días, combinándolo en ocasiones con otros cargos políticos.
Van Swieten es hoy recordado sobre todo por su mecenazgo artístico, por su protección y apoyo a los compositores vieneses de finales del siglo XVIII. Haydn contó con él para que escribiera los textos de La Creación y Las Estaciones, basados en el Génesis, el Libro de los Salmos y El paraíso perdido de John Milton.
Era un gran apasionado de la música barroca alemana y quizá por eso fue uno de los nobles que apoyaron económicamente el comienzo de la carrera de Beetoven, que solía tocar al piano en sus conciertos los Preludios y fugas de El Clave bien Temperado de Bach. A Van Swieten está dedicada su Primera Sinfonía.
También cimentó la incipiente carrera de uno de los hijos de Bach, Carl Philipp Emanuel.

Me resulta más enternecedora la relación que mantuvo con Mozart. Van Swieten familiarizó a Mozart con la música de Bach y Haendel, que no conocía. Este hecho nos puede resultar extraño, pero no lo era en una época en la que la música era un objeto de consumo: hoy se componía y mañana se estrenaba, si tenía éxito quizá se repetía algunas veces, pero siempre era arrollada por la siguiente novedad.

Así que los domingos (1782-1783) Mozart iba a la Biblioteca Imperial, donde Van Swieten tenía su colección de manuscritos y poco a poco se iba acercando al estilo antiguo, tan complejo y artificioso, tan alejado de la diáfana y sencilla manera clásica; fue asumiéndolo paulatinamente hasta que el viejo estilo formó parte del suyo, de la personalidad creadora de Mozart, traducido a su época y filtrado por la imaginación del genio. A partir de este momento el contrapunto apareció en algunas obras de Mozart.

Van Swieten cambió el curso de la Historia de la Música, pero lo hizo de una manera suave: inoculó en el cerebro de Mozart el interés por el estilo contrapuntístico sin el cual no habrían llegado hasta nuestras manos obras como el Réquiem o esta pequeña maravilla que os dejo más abajo. Es el Adagio y Fuga en Do menor KV 546, grabado por Saint Martin in the Fields con Neville Marriner. Una obra que recuerda a Bach en sus oberturas francesas, con todo el dramatismo e intensidad pero con otra sonoridad, no comedida sino absolutamente desatada.

También os dejo un ejemplo del contrapunto en la obra de Beethoven: su Gran Fuga op. 133. por el Cuarteto Alban Berg.

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jueves, 26 de marzo de 2009

Variaciones Enigma

Estanque con nenúfares-Monet

Cualquiera de los asistentes al concierto del 19 de Junio de 1899 en Londres, dirigido por Hans Richter, debió quedarse sorprendido. Se estrenaba una obra de Edward Elgar, la primera gran obra sinfónica del compositor, prologada por él mismo en el programa de mano de la siguiente manera: "No explicaré el enigma. Su `oscuro decir´ debe permanecer inimaginado y les advierto que la aparente conexión entre las variaciones y el tema a menudo es de la textura más sutil; además, a través y por encima de todo el conjunto va otro tema más grande, pero no se ejecuta... De manera que el tema principal nunca aparece, igual que en algunos dramas recientes [...] el personaje principal nunca está en el escenario".

A partir del estreno de la obra, que le dio fama dentro y fuera de Inglaterra, comenzó la investigación del enigma que Elgar planteaba en el programa de mano. Puedo imaginar la curiosidad de los aficionados y estudiosos británicos, investigando todo lo investigable para conseguir resolver el acertijo, pensando horas y horas en el críptico enigma, y luego capaces de preocuparse por el color de su próximo traje de tweed mientras se cobijan de la lluvia en el club con las cortinas echadas, la pipa cargada y una copa de sherry. Sherlock Holmes y su Stradivarius debían estar ocupados.

Algunos estudiosos plantearon que lo que Elgar llamaba "tema" no era una melodía sino más bien una idea de programa o bien filosófica. Los amigos de Elgar lo negaron (les contó a tres de sus camaradas el secreto del misterioso tema subyacente, secreto que se llevaron a la tumba). Hacia el final de su vida Elgar admitió que el tema "era tan famoso que resultaba extraño que nadie lo hubiera descubierto". Debido a esta afirmación muchos músicos empezaron a encontrar temas de Mozart, Wagner, Chopin; o canciones populares como God Save the Queen, Pop Goes the Weasel, entre otras. Quizá Edward Elgar tenía el suficiente humor inglés corriendo por sus venas como para gastarle una broma al destino, a la Historia, y no ocultó en su obra ningún tema. Nunca lo sabremos y es mucho mejor así. Ventanas abiertas.

Musicalmente la obra es un tema llamado evidentemente Enigma seguido por 14 variaciones sobre ese tema, cada uno de ellos dedicado e inspirado en personas de su entorno: su esposa, sus compañeros del trío de cuerdas, sus amigos, etc... Cada variación se antecede por unas siglas que corresponden a cada personaje y Elgar se retrata en la última variación como E.D.U., "Edoo", como su esposa lo llamaba cariñosamente.

Le Moulin de la Galette-Renoir


Personalmente es una de mis obras favoritas como espectador, de arriba abajo: de gran intensidad lírica, ágil cuando quiere, emotiva hasta el límite. Me lleva de principio a fin con fluidez, sin saltos: esta obra hace conmigo lo que quiere.

Como músico he tenido la suerte de poder tocarla en algunas ocasiones y me encantaría poder expresar la sensación de estar dentro de esta obra, observando de cerca como la maquinaria de la orquesta funciona, con la plácida hipnosis con que se puede observar durante horas la maquinaria de un reloj.

Os dejo aquí la versión de la Royal Philarmonic Orchestra con Norman del Mar como director.

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Le dedico este post a O.E.F., a la manera de Elgar, para que lo disfrute de principio a fin. Para que recuerde que, de la misma manera que las frases empiezan por mayúscula y acaban en punto, la música nace del silencio y en él muere.

miércoles, 25 de marzo de 2009

El Arte de la Fuga

Cualquiera de los que nos encontrábamos aquel día en aquel aula debimos sentirnos un poco avergonzados. Estaba en un curso de posgrado de Análisis musical en el que todos los alumnos éramos instrumentistas. El profesor llegó, se sentó al piano y tocó una serie de notas seguidas: "¿Qué es ésto?", preguntó. Tensión, miradas huidizas que evitaban la del profesor, segundos interminables; ninguno de nosotros sabía qué música era aquella. La verdad es que en la formación académica de los músicos, al menos en la de mi generación, no aparece la amplia cultura musical como algo indispensable y se suele (quizá ya no) responsabilizar a los alumnos de adquirir el conocimiento de la música, el placer de escuchar. Como en cualquier caso en que la responsabilidad del aprendizaje pertenece al alumno, los conocimientos que no nos afectaban directamente eran bastante escasos: mayoritariamente sólo conocíamos la música que teníamos que tocar, el repertorio de nuestro instrumento y poco más.

Aquel profesor no pretendía formarnos como especialistas del análisis musical. Como él decía, sólo pretendía "abrir ventanas", encender curiosidades, facilitar la voluntad de querer ver más allá.
La música que tocó era el comienzo de El Arte de la Fuga, la obra a la que me acerco hoy.
Es una de las últimas obras de Bach, de las que se consideran "grandes", junto con las Variaciones Goldberg, la Ofrenda Musical, El Clave Bien temperado. Se supone incompleta y debido a ésto en ocasiones, cuando se toca en público o se graba, se acaba con el coral para órgano "Wenn wir in höchsten Nöten sein" ("Cuando estamos ante la mayor aflicción"). No está escrita para ningún instrumento ni grupo instrumental determinado, particularidad que sirve tanto para llenar la obra de ese aura de misterio con el que se suelen vestir las últimas obras de los grandes compositores, como para permitir una gran libertad a la hora de diseñar la interpretación: órgano, clave, cuarteto de cuerdas, grupos de violas, metales, o bien combinaciones de los anteriores.

Manuscrito del incompleto último contrapunto


Bach ya era cuando escribió esta obra "El viejo Bach", objetivamente anciano y sobre todo desfasado estilísticamente: a mediados del siglo XVIII el pre-clasicismo era el estilo dominante pero Bach seguía llevando el viejo estilo, el artificioso barroco, el contrapunto complejo, hasta su máxima expresión, como alguien a quien nadie mira y por eso se puede permitir hacer lo que sabe; aunque no le guste a nadie, aunque todos vivan ya en el nuevo mundo. Y Bach se queda atrás, como último guardián del viejo mundo, del viejo estilo.

Lewis Thomas, físico y ensayista americano, cuando le preguntaron qué mensaje lanzaría a una posible civilización extraterrestre, contestó algo así como: "Mandaría las obras completas de J.S. Bach, pero eso sería fardar".

Dejo aquí una versión que me gusta mucho y me acompaña desde hace muchos años. Es Reinhard Goebel dirigiendo Musica Antiqua Köln. Es magnífica y con instrumentos originales, aunque esta música sonaría genial en cualquier grupo instrumental.

Cualquiera puede abrir las ventanas.

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martes, 24 de marzo de 2009

¿Por qué?


Cualquiera:
(De cual y quiera, de querer).
1. pron. indef. Una persona indeterminada, alguno, sea el que fuere. U. t. c. adj. indef.
2. f. Mujer de mala vida.
ser alguien un, o una ~.
1. loc. verb. Ser de poca importancia o indigno de consideración.
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No soy una mujer de mala vida, absténganse lujuriosos.

Tampoco me considero de poca importancia ni indigno de consideración, si acaso no soy importante en muchas facetas humanas como puede ser la investigación paleontológica, o las dietas macrobióticas, entre otras, y mis opininones y conocimientos sobre estos temas reconozco que no son muy dignas de consideración.

Soy un músico cualquiera en su primera acepción, un músico indeterminado, algún músico, sea cual fuere. Cualquiera.

Formación clásica, conservatorios, orquestas, viajes, clases, fracasos y éxitos relativos. Me dedico a ello y este hecho me hace sentir afortunado.

El objetivo de esta bitácora es expresarme como músico.

No es un oficio muy dado a la comunicación verbal, quizá porque lo que ofrecemos al público no suele tener grandes contenidos semánticos aunque sí emocionales: nuestro trabajo se trata de "mover los afectos", de manipular, moldear, remover, exaltar, estimular o relajar la parte emocional de la gente que acude a escucharnos; y precisamente por éso vienen.

Amo el contenido de mi trabajo y a eso quiero dedicar este blog, a la música como la ama un músico. Uno cualquiera.