viernes, 22 de enero de 2010

Amália Rodrigues

"Rainha do fado". De origen humilde, y en tiempos muy malos (a partir de la década de los 40) consiguió sacar al fado de las tabernas y llevarlo a los teatros de ciudades como Madrid, Nueva York, Moscú o París. Fue una estrella internacional: televisión, cine, etc.



Tras la caída de la dictadura de Salazar se le acusó de haber colaborado con los servicios secretos portugueses. Poco a poco fue abandonando los escenarios y a partir de 1990 se retiró. Sólo después de su muerte en 1999 (está enterrada en el Panteao Nacional como portuguesa ilustre) se supo que había colaborado con el clandestino Partido Comunista Portugués. Cosas de la fama.

Os dejo un disco fantástico para que podáis disfrutar de la música de esta mujer, donde la voz y la interpretación son la misma cosa.

Juzguen ustedes mismos

http://www.lne.es/sociedad-cultura/2010/01/20/competencia-considera-monopolio-abusivo-gestion-derechos-autor/861922.html







miércoles, 20 de enero de 2010

Tiempo

La música es una experiencia de transitoriedad. Los sonidos no duran. El silencio suscita las mismas aprensiones que solían sentir los habitantes de las ciudades ante el campo agreste: al vernos rodeados por él, no tardamos en comenzar a buscar ansiosamente pruebas de ocupación humana, ya sean las inteligencias de los personajes elegantes y señoriales que contemplan un paisaje de Gainsborough, o los esforzados trabajadores hechos naturaleza en un campo de Constable. El silencio, como la Naturaleza, es incansable e invencible: por más grande que sea el sonido que produzcamos, el silencio lo invadirá y se impondrá a él inexorablemente. Para mantenerlo a raya deberemos renovar constantemente el sonido. Pero si el sonido no se apaga, no tendremos la opción de repetirlo o, mejor aún, sustituirlo por algo distinto. Sin silencio no puede haber música.

La música como concepto-Robin Maconie

martes, 19 de enero de 2010

Wojciech Kilar



Uno de los compositores que, desde mi modesto punto de vista, mejor entienden el matrimonio entre vanguardia e inteligibilidad en la música actual. Pertenece a la corriente vanguardística polaca de los años 60, junto con Penderecki y Gorecki.

Muy conocido por sus bandas sonoras, sobre todo por Dracula, de Coppola, y las tres que escribió para el también polaco y polémico copulador en la senectud Roman Polanski: La muerte y la doncella, La novena puerta y El Pianista.


Os dejo una muestra de su música en una de las películas más hermosas de los últimos años: Dracula.



Y su Angelus para soprano, coro y orquesta, que es una auténtica maravilla.