La música es una experiencia de transitoriedad. Los sonidos no duran. El silencio suscita las mismas aprensiones que solían sentir los habitantes de las ciudades ante el campo agreste: al vernos rodeados por él, no tardamos en comenzar a buscar ansiosamente pruebas de ocupación humana, ya sean las inteligencias de los personajes elegantes y señoriales que contemplan un paisaje de Gainsborough, o los esforzados trabajadores hechos naturaleza en un campo de Constable. El silencio, como la Naturaleza, es incansable e invencible: por más grande que sea el sonido que produzcamos, el silencio lo invadirá y se impondrá a él inexorablemente. Para mantenerlo a raya deberemos renovar constantemente el sonido. Pero si el sonido no se apaga, no tendremos la opción de repetirlo o, mejor aún, sustituirlo por algo distinto. Sin silencio no puede haber música.
La música como concepto-Robin Maconie
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