Cualquiera de los asistentes al concierto del 19 de Junio de 1899 en Londres, dirigido por Hans Richter, debió quedarse sorprendido. Se estrenaba una obra de Edward Elgar, la primera gran obra sinfónica del compositor, prologada por él mismo en el programa de mano de la siguiente manera: "No explicaré el enigma. Su `oscuro decir´ debe permanecer inimaginado y les advierto que la aparente conexión entre las variaciones y el tema a menudo es de la textura más sutil; además, a través y por encima de todo el conjunto va otro tema más grande, pero no se ejecuta... De manera que el tema principal nunca aparece, igual que en algunos dramas recientes [...] el personaje principal nunca está en el escenario".
A partir del estreno de la obra, que le dio fama dentro y fuera de Inglaterra, comenzó la investigación del enigma que Elgar planteaba en el programa de mano. Puedo imaginar la curiosidad de los aficionados y estudiosos británicos, investigando todo lo investigable para conseguir resolver el acertijo, pensando horas y horas en el críptico enigma, y luego capaces de preocuparse por el color de su próximo traje de tweed mientras se cobijan de la lluvia en el club con las cortinas echadas, la pipa cargada y una copa de sherry. Sherlock Holmes y su Stradivarius debían estar ocupados.
Algunos estudiosos plantearon que lo que Elgar llamaba "tema" no era una melodía sino más bien una idea de programa o bien filosófica. Los amigos de Elgar lo negaron (les contó a tres de sus camaradas el secreto del misterioso tema subyacente, secreto que se llevaron a la tumba). Hacia el final de su vida Elgar admitió que el tema "era tan famoso que resultaba extraño que nadie lo hubiera descubierto". Debido a esta afirmación muchos músicos empezaron a encontrar temas de Mozart, Wagner, Chopin; o canciones populares como God Save the Queen, Pop Goes the Weasel, entre otras. Quizá Edward Elgar tenía el suficiente humor inglés corriendo por sus venas como para gastarle una broma al destino, a la Historia, y no ocultó en su obra ningún tema. Nunca lo sabremos y es mucho mejor así. Ventanas abiertas.
Musicalmente la obra es un tema llamado evidentemente Enigma seguido por 14 variaciones sobre ese tema, cada uno de ellos dedicado e inspirado en personas de su entorno: su esposa, sus compañeros del trío de cuerdas, sus amigos, etc... Cada variación se antecede por unas siglas que corresponden a cada personaje y Elgar se retrata en la última variación como E.D.U., "Edoo", como su esposa lo llamaba cariñosamente.
Le Moulin de la Galette-Renoir
Personalmente es una de mis obras favoritas como espectador, de arriba abajo: de gran intensidad lírica, ágil cuando quiere, emotiva hasta el límite. Me lleva de principio a fin con fluidez, sin saltos: esta obra hace conmigo lo que quiere.
Como músico he tenido la suerte de poder tocarla en algunas ocasiones y me encantaría poder expresar la sensación de estar dentro de esta obra, observando de cerca como la maquinaria de la orquesta funciona, con la plácida hipnosis con que se puede observar durante horas la maquinaria de un reloj.
Os dejo aquí la versión de la Royal Philarmonic Orchestra con Norman del Mar como director.
http://www.megaupload.com/?d=RG0M43QG
Le dedico este post a O.E.F., a la manera de Elgar, para que lo disfrute de principio a fin. Para que recuerde que, de la misma manera que las frases empiezan por mayúscula y acaban en punto, la música nace del silencio y en él muere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario