La Historia da la paternidad del Cuarteto de Cuerda a Haydn, que fue maestro de Mozart. Una formación de cámara de lo más uniforme. Haydn muestra su maestría y experimentación con sus Cuartetos op. 20, a la que poco después Mozart contesta con sus Seis Cuartetos como regalo a su maestro. Haydn digiere con calma el regalo y tras unos años escribe sus Cuartetos op. 33. Mozart, trastornado por la respuesta de Haydn, le dedica "al caro amico" otra serie de Seis Cuartetos entre los que está este Cuarteto de las Disonancias, que juega en sus primeros compases con una ambigüedad tonal desconocida hasta ese momento. Haydn, de nuevo, se toma su tiempo para asimilar las novedades y osadías de su joven amigo y compone la serie de Cuartetos "Tost". En poco tiempo Mozart responde al intercambio con sus Cuartetos Prusianos.
Entre los dos compusieron alrededor de 80 cuartetos de cuerda. Da la sensación de que les estimulaban a cada uno los avances del otro, que donde uno terminaba de desarrollar sus osadías aparecía el otro con nuevas ideas que daban otra vuelta de tuerca. En sus Cuartetos (los de ambos) asentaron las bases de una de las formaciones de cámara más homogéneas y completas y abarcaron por completo el mundo tonal. Después llegó Beethoven e hizo la Revolución, pero de eso me ocuparé otro día.
Pero la época de la Ilustración no fue homogénea en toda Europa, y frente al Racionalismo francés, apareció la "sentimentalidad" germánica. En Música se llamó en principio Empfindsamkeit, y planteaba la posibilidad de cambiar de una emoción a otra dentro de la misma pieza musical, en contraposición a la estética barroca de los Affekt (afectos), que concebía la emoción en la música, pero la misma a lo largo de toda la pieza.
Este era el entorno en el que Mozart escribió este Cuarteto de las Disonancias. Este sobrenombre se debe a su Adagio inicial: oscuro, confuso, como si los instrumentos no se pusieran de acuerdo; hasta que inevitablemente aparece la luz y nos hace caminar hacia ella, frescos, purificados. Sólo es un minuto de confusión y tras él aparece una forma clara, su forma sonata, sus cuatro movimientos, su absoluto dominio de la situación. ¡Fantástico! Como cuando al despertar de una pesadilla todavía no nos creemos que las tinieblas hayan desaparecido, pero en cuanto nos desperezamos del todo ya no podemos recordar qué nos atormentaba durante el sueño.
Os dejo la versión del Cuarteto Melos, esperando que la disfrutéis.
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